¡Hola Puntal! En estos tiempos donde la tecnología parece gobernar cada aspecto de nuestras vidas, he tomado una decisión que para muchos podría parecer contraintuitiva: dejar de usar Strava, la popular aplicación de ciclismo. A lo largo de este post, compartiré las razones detrás de esta elección, que van desde preocupaciones por la privacidad hasta el deseo de redescubrir el puro disfrute de montar en bicicleta. Mi viaje no es una crítica a Strava, sino un llamado a volver a lo básico, a lo que realmente importa cuando las ruedas comienzan a girar.
Mi despedida de Strava: Una decisión personal
Desde mi primer pedalazo, el ciclismo se ha convertido en más que un deporte para mí como sabéis, un estilo de vida. Strava jugó un papel fundamental en mi viaje ciclista, ofreciéndome herramientas para grabar rutas, comparar tiempos, y mantenerme motivado. Pero, tras reflexionar profundamente sobre mis verdaderas necesidades y valores, decidí decirle adiós a Strava. No fue una decisión tomada a la ligera, sino el resultado de considerar aspectos cruciales como la privacidad, la precisión de los datos, y la obsesión por la competición.
Mi prioridad número uno, la privacidad
Uno de mis mayores temores con Strava era la protección de mi privacidad. La idea de que mi información personal y de ubicación pudiera ser utilizada para rastrearme me ponía extremadamente incómodo. En Gran Canaria, donde resido, hay senderos de mountain bike con restricciones específicas. Al compartir públicamente estas rutas en Strava, inadvertidamente podría estar entregando información que me comprometa. Por tanto, la seguridad y la privacidad se convirtieron en las piedras angulares de mi decisión de buscar alternativas más seguras.
La precisión de los datos y yo
La falta de precisión en los datos de Strava fue otro factor decisivo. Experimenté en carne propia cómo las discrepancias en los tiempos y segmentos podían desvirtuar la realidad de mi rendimiento. Esta falta de fiabilidad me llevó a cuestionar la validez de mis esfuerzos y, en última instancia, minó mi confianza en la aplicación. Buscaba una experiencia más auténtica y fiel a mi desempeño real, no una medición errónea que me dejara dudando de mis logros.
Redescubriendo el placer de montar
Finalmente, Strava comenzó a transformar mi pasión por el ciclismo en una obsesiva competición. El simple acto de montar se convirtió en una carrera constante por superar récords y competir con otros, olvidándome del verdadero propósito de mi afición: disfrutar y mejorar mi salud. Decidí que era momento de reconectar con la esencia del ciclismo, de disfrutar cada pedalazo sin la presión de estar siempre en el top de las listas.
Equilibrando la competición con el disfrute
El equilibrio es clave en todo aspecto de la vida, incluido el ciclismo. Mi experiencia me enseñó que equilibrar la competición con el disfrute es esencial para mantener viva la pasión por este deporte. Alejarme de Strava me permitió redescubrir el placer de montar, de conectar con la naturaleza y conmigo mismo de una manera más profunda y significativa.
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