El ciclismo está viviendo un auge muy fuerte, del mismo modo que el resto de actividades outdoor por motivos relacionados con la pandemia y el hecho de que estén prohibidas muchas otras actividades en lugares cerrados. Es algo mayormente positivo para toda la sociedad. Ya sabes, mientras más sanas estén las personas, menos riesgo de enfermedades y la larga cadena de consecuencias positivas que esto trae. Pero claro, resulta que en los caminos más conocidos y míticos de cada región, se concentran muchos de estos deportes o actividades outdoor…y hay que compartir espacio.
El problema de compartir caminos entre ciclistas y senderistas En muchas ocasiones, los ciclistas “pre-pandémicos” hemos sido los encargados (Por voluntad propia y de manera altruista) de conservar los caminos limpios. Ya sea de manera activa (Es decir, haciendo quedadas con herramientas para limpiar los senderos) o de manera “pasiva”, con el simple paso continuado por esos caminos. Esta aportación absolutamente positiva al medio ambiente y a la red de senderos de nuestra comunidad, puede no verse con los mismos ojos por los senderistas o consejeros de medio ambiente de algunas zonas. Frecuentemente nos encontramos con senderistas caminando, que nos increpan por compartir con ellos dichos caminos. En muchos casos, pareciera que son incluso los dueños de los mismos, cuando es la primera vez que los visitan. Y lo que es peor, algunos de los encargados de mantener limpios los caminos acusan a los ciclistas de romperlos e intentan prohibir el paso de bicicletas por los mismos. Probablemente desde una oficina en sus puestos vitalicios, sin tener conocimiento real de la problemática. Por desgracia, el senderista no entiende que el objetivo final es que todos disfrutemos del camino. Al senderista le cuesta menos apartarse, ya que no lleva inercia ni velocidad. Lo que para un senderista supone parar 5 segundos, para un ciclista a veces significa no poder pasar una sección técnica por haber tenido que parar. O perder la inercia necesaria para subir el siguiente repecho sin pedalear y perder energía y varios minutos. Tenemos que entender la postura del otro, del mismo modo que cuando los ciclistas vamos subiendo por carretera, nos apartamos si tenemos ocasión para que el coche pase con seguridad y no hacerle perder más tiempo. ¿Por qué el senderista no puede hacer lo mismo? Insisto en que se trata de que todos disfrutemos del día, del camino y de la experiencia. Sin afectar negativamente al otro. ¿Las bicicletas rompen realmente los caminos? Aquí está el primer error de percepción. Hay veces que se ven roderas o destrozos en los caminos de tierra. Y se tiende a presuponer que siempre son las bicicletas las causantes. La realidad es que, en su mayoría, son las motos de campo las que con su mayor peso y potencia, normalmente en dirección ascendente, terminan derrapando para conseguir subir por dificultades. Por lo que es relativamente fácil descubrir que no son las bicis en la mayoría de los casos las causantes de los desperfectos. Una bicicleta, en sentido de bajada, puede “barrer” con la rueda trasera un camino, pero no generan un hoyo o rodera a menos que sea barro blando. En cuyo momento, muy probablemente el ciclista no esté montando por ese lugar… Sigue leyendo el post en https://chelaclo.com/ciclistas-vs-senderistas/